Frente a los contextos de socialización a través de redes públicas,
frente a las TICs, frente a los jóvenes que habitan las aulas, frente a
estos nuevos desafíos nuestro rol como docentes se ve
interpelado. Depende de cuál sea la clave de lectura que se le dé a esas
interpelaciones se verán diferentes reacciones, respuestas o conductas:
- La reflexión y el análisis sobre la propia práctica, asumiendo una postura abierta hacia la incorporación de las TICs en las aulas y en la escuela, tratando de establecer nuevas formas de relacionarnos con las diversas formas de enseñar y de aprender, sin dejar de lado la subjetividad del que enseña y del que aprende.
- El temor a lo nuevo, a lo desconocido, a lo que no domino completamente, asumiendo conductas que pueden ser diametralmente opuestas: intentando incorporar algo en nuestras prácticas cotidianas, pidiendo y aceptando ayuda o negándonos a cualquier cosa que tenga que ver con la incorporación de las TICs en el aula y en nuestras prácticas.
- La familiaridad, el sentirse cómodo con este nuevo rol en el que el docente se asemeja más a un facilitador, en un escenario en el que la autoridad en el aula se debe construir haciendo acuerdos que posibiliten la apropiación compartida del conocimiento (que ya no es propiedad exclusiva del docente).
La adopción de algunas de estas conductas, actitudes y/o
respuestas, creo yo, está dada por la formación docente, por la forma en
que concebimos la enseñanza, por el compromiso con el que asumimos
nuestro rol, por el tiempo del que disponemos para aprehender el uso de
estas nuevas herramientas y por la reflexión que hagamos o no sobre
nuestra propia práctica. Con esto quiero señalar que no es tanto para mí
una cuestión generacional, ni de edad la postura que se asuma con
respecto a la inclusión o no de las TICs en las prácticas de enseñanza,
sino más bien creo que esto se vincula más a las concepciones, a las
teorías, a las distintas formas en que los docentes ejercemos nuestro
rol y concebimos la enseñanza.
El ingreso de las TICs y de la cultura juvenil en las escuelas interpela
la práctica docente: o perecemos con ello o asumimos la aventura de
enseñar en este contexto. Personalmente, en estos nuevos contextos de socialización, me siento
interpelada, invitada e instada a seguir aprendiendo, a seguir probando,
a seguir reflexionando sobre mi propia práctica, a seguir intentando
mejorar mis clases día a día. Tarea que necesariamente debe hacerse con
otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario